FIOP: Pionero en el mundo
El FIOP – Festival Internacional de Ochotes de Portugalete es la más importante manifestación ochotista que existe en la actualidad en el panorama musical «a capella» para grupos de ocho voces no sólo en el País Vasco –lugar donde se denomina así desde 1930-, sino en todo el mundo ya que es el único Festival Internacional de estas características.
El FIOP, como referente de este género coral, es el mayor escaparate de las diferentes formaciones de ocho voces que existen en el mundo y como tal tiene el compromiso de dar a conocer las diversas culturas, folklores, repertorios y peculiaridades de estas agrupaciones vocales.
FIOP y la innovación
Tal y como se conoce el “ochote”, “otxote” o “zortzikote” en el País Vasco, es una formación dominada por las voces graves desde sus orígenes. Desde 1930 -año que hallamos el primer dato de estas formaciones- tan sólo han existido dos formaciones femeninas: Laudiotarrak (1968) de Laudio y Alai, de Renteria (1972-1974).
Una de las inquietudes del FIOP ha sido mantener una línea innovadora y vanguardista dentro de los límites históricos y culturales de esta parte del mundo coral, incorporando las voces de mujer a un mundo dominado desde sus comienzos por la voz del hombre. La primera vez que el FIOP programó una formación con voz blanca en el año 2002 cuando el octeto mixto de Viena, Auris Vokalensemble ofreció un magnífico concierto en la Basílica de Santa María de Portugalete. Los más puristas se atrevieron a denominar esa formación como «trampa». Un año más tarde, en el 2003, llegó al FIOP la primera formación integrada por voces blancas, justamente 29 años después que desapareciera el Alai.
Desde la entonces la presencia no sólo de las voces blancas integradas en agrupaciones femeninas ó mixtas sino todo aquello que signifique innovación, adaptación y progreso estará presente en el FIOP, como referencia de este género coral. Además el FIOP ha supuesto una regeneración del concepto del ochote y una nueva perspectiva de estética musical, de repertorio y de formación musical.
Hasta hace poco era impensable escuchar a un octeto interpretando canciones que se alejaran del repertorio clásico, popular ó contemporáneo; en cambio, hoy en día el FIOP ha acercado al escenario del Festival toda clase de repertorio estando totalmente abierto a las nuevas tendencias para octetos.
También el FIOP está haciendo posible una estética musical alejada de la ejecución monótona de la que abusan una gran mayoría de grupos quizá porque entre ellos las diferencias de partituras son realmente inexistentes interpretando las mismas de un modo similar.
Las formaciones de voces blancas y sobre todo las mixtas han hecho posible escuchar un colorido totalmente distinto a lo que hemos estado acostumbrados hasta ahora. La posibilidad de nuevos colores, de nuevos timbres, de nuevos registros,… en este tipo de formaciones aporta a este género coral un panorama mucho más prometedor y con gran futuro. No en vano, el público que ha escuchado este tipo de formación ha agradecido la apertura de este género.
Historia del ochotismo
Según algunas hipótesis, su origen se debe buscar en los seminarios eclesiásticos donde se formaban para interpretar canciones religiosas y profanas en el período estival. Otras, sin embargo, sugieren su nacimiento en las tascas, allá por los años treinta, donde las cuadrillas se juntaban para cantar canciones populares.
Según Julián Etxebarria San Martín «Camarón», el origen del ochotismo habría que situarlo a mediados del siglo XIX en la época de la Segunda Filarmónica y de la bullidora e inclíta «La Pastelería», de gran influencia artística, social y económica en la Villa de Bilbao.
Algunos de los socios filarmónicos trajeron de París unas melodías muy bonitas para voces solas que cantaban por las calles del «bocho» y en la casa de Palme, en Olabeaga. Epoca en que Moronati compuso su divertida y popular canción «Ronda de barragarris» («Ene que risas hisemos»). Los ochotes vizcaínos bien podrían ser los herederos de aquella línea de notables filarmónicos «pasteleros».
Además de la palabra ochote para identificar a estas agrupaciones, fueron utilizados otros vocablos como Doble Cuarteto Vocal (oído en Navarra) y octeto, usado en Cantabria hasta 1947.
En el resto de Euskal Herria donde no existió ninguna referencia de estos dos vocablos, la palabra ochote encontró desde el principio la justa medida de estas formaciones musicales. No se sabe bien donde nació la palabra. Es utilizada por primera vez por la Sociedad Coral de Bilbao para organizar, en 1930, un concurso donde sólo podían participar grupos salidos de su seno. Teniendo en cuenta que el director y subdirector de dicha Sociedad eran Jesús Guridi y Jesús Arambarri, respectivamente, ¿por qué no relacionar con ellos el origen del vocablo?.
El Ayuntamiento de Portugalete es quien la hace oficial, patrocinando en el verano de 1932 una exhibición abierta a cualquier formación y lugar de procedencia. Durango, un mes más tarde, recogería el testigo. A partir de estas tres primeras referencias la palabra es aceptada de forma unánime.
El ochotismo sirvió para recordar nuestras canciones vascas en general y bilbaínas en particular.
Para conocer los primeros pasos de este género, su evolución, su apogeo y su ocaso, es indispensable profundizar en los concursos que se organizaron a través de cinco décadas; concursos que se regían por sus propios reglamentos, sus obras obligadas y sus Jurados. La competición fue indispensable para el desarrollo y creación de nuevas formaciones ochotistas pero, desde 1962, una de las causas del ocaso.
1930 1936. Primeros concursos antes de la Guerra Civil
El primer concurso hallado en el seno de la Sociedad Coral de Bilbao se celebró el 22 de noviembre de 1930, con la participaron de los ochotes Beti Alai, Los Claveles y Los ukranianos. La obra obligada fue «Regreso de los peregrinos».
El segundo concurso fue organizado por el Ayuntamiento de la villa de Portugalete, el 11 de septiembre de 1932, con esta clasificación: Sociedad Coral Castro Urdiales, Tavira (Durango) Danok-Bat (Portugalete) y Lagun Artea (Bilbao). El 16 de octubre de este año, Durango recoge el relevo, resultando vencedor el ochote Nuestra Señora de Arrate (Eibar) Esta localidad vizcaína, repite organización el 14 de octubre.
Uno de los concursos más importantes de la historia, fue el que organizó el periódico «Excelsius» en 1934 y 1935. La primera edición fue ganada por el Zortzi Onak, de Bilbao (1ª categoría) y Danok-Bat (2ª categoría) único ochote que no era de Bilbao. 1935 fue dominado por los portugalujos Adizkideak y Danok-Bat, 1º y 2º en la 1ª categoría y Abesbatza y Los del Casco (Sestao), respectivamente en la 2ª.
En el primer concurso guipuzcoano celebrado en Eibar (1936) vence el Danok-Bat. La Guerra Civil paralizó toda manifestación cultural y hasta 1938 no encontramos el siguiente festival organizado en Bilbao con triunfo del ochote bilbaíno 5 y 3.
1940 1960 Proliferación de concursos
Estas dos décadas se caracterizaron por la proliferación de concursos en Bizkaia, Gipuzkoa y Cantabria. Hubo excelentes formaciones con primeros premios: Jai Alai (Bilbao, 1946-47 y 1950), Nervión (Galdakao, 1949; Portugalete, 1953), Bilbao (Bilbao, 1945-46), Santa Ana (Bilbao, 1940-1941 y 1950; Donostia, 1943), Arriaga (Bilbao, 1942; Portugalete, 1944), Vírgen de Begoña (Getxo, 1943-44), Tavira (Bilbao, 1944), Kresala (Rentería, 1944), etc… Pero hubo dos ochotes en la margen izquierda del Ibaizabal que acapararon la mayoría de los triunfos: Danok-Bat y Beti Maiteak.
Donostia organiza su primer concurso en 1943, ganado por el castreño Santa Ana. La intensidad con que vivía el público estos acontecimientos corales durante estas dos décadas, demuestra la trascendencia que tuvieron los ochotes en el panorama cultural vasco y la sana rivalidad que reinaba entre los pueblos. Estas afición desbordante entre los aficionados que abarrotaban los teatros, fue la antesala al apogeo en la siguiente década.
1960 1970 El apogeo
Tres concursos protagonizaron el apogeo del ochotismo: La Salle (Sestao), el Vasco-Navarro (organizado por el Correo) y Arrastate (1966-1971). El de La Salle fue el más interesante de la margen izquierda con cinco ediciones, ganadas por el Beti Maiteak, de Sestao (1959-1060), Danok-Bat (1960) y Zornotza (1958, 1961-62). El Vasco-Navarro fue el más deseado por sus suculentos premios en metálico. Se desarrollaba en cuatro eliminatorias provinciales con su propio título y las finales celebradas en Bilbao tuvieron estos ganadores: Itxaso (1962); Irrintzi, de Oñati (1964), Gaztelupe, de Donostia (1965) y Danok-Bat , de Portugalete (1968).
Nuestros Ochotes en Cantabria
Cantabria tuvo una estimada afición por el ochote desde que se celebrara un concurso en el seno de la Sociedad Coral de Torrelavega en noviembre de 1932.
En Laredo hubo dos concursos ganados por el Jai Alai (1947) y por el Bilbao (1948) que también obtuvo el primer premio en Castro (1949). El Beti Maiteak, de Sestao triunfó en Reinosa (1947) y el Nervión, de Bilbao en Torrelavega (1957). Itxaso, de Iruña, ganó en Castro en 1954.
El Certamen de la Canción Marinera de San Vicente de la Barquera (1964-1973) fue el más trestigioso de Cantabria con seis triunfos vascos: Ameslariak, de Leioa (1965-1966); Danok-Bat (1967); Karnaba, de Errenteria (1967-1969) y Ertizka, Añorga-Donostia (1972). Este Certamen facilitó la creación de un gran número de ochotes cántabros y asturianos. Castro Urdiales marcó la diferencia.
Asturias
Aunque los ochotes asturianos no han tenido gran trascendencia en los concursos a lo largo de cinco décadas, en la actualidad junto a Bizkaia y Gipuzkoa es un claro exponente de arraigo y conservación. ochotes cántabros y asturianos. Castro Urdiales marcó la diferencia.
El ocaso del ochotismo
Los suculentos premios en la década de 1960 fueron una de las causas negativas para el ochote pues aunque hicieron aumentar el número de formaciones éstas perdieron calidad y aumentó la rivalidad. A finales de 1970 el interés por estos concursos fue disminuyendo y desapareciendo paulatinamente. Los ochotes sin competición tenían los días contados ya que para mantener una calidad aceptable y un empaste en sus cuerdas, requerían duros ensayos por lo que la gran mayoría de sus componentes abandonaron estas formaciones continuando su afición coral en los orfeones y corales de donde surgieron.
De aquellos ochotes sólo quedan hoy en día tres: Danok-Bat, de Portugalete; Gaztiak, de Lutxana-Barakaldo y Ertizka, de Añorga-Donostia. El Argia, Ozenki, Itxaropena, Langreano… surgieron en la década de 1980.